domingo, 26 de julio de 2020

Patrimonio cultural al Este de Sevilla

Fiel a su destino de ciudad capital y metropolitana, Sevilla saltó la muralla para reconvertir huertas en nuevas parroquias y barriadas. Abatidas sus murallas en aras de la modernidad, la ciudad siguió creciendo como mancha de aceite en forma de nuevos espacios para el vivir o el trabajar y lograr así el sueño de la industrialización. En este proceso de ensanche general y en particular en su vertiente oriental, surgieron barrios y polígonos industriales sobre antiguas tierras de olivar, viña, cereal y dehesas.

Glorieta de las Brigadas Internacionales. Restos de la Huerta Hernán Cebolla
Hoy, una ciudad empeñada en no ver más allá de la muralla y el fielato de la Cruz del Campo, o en el mejor de los casos victima de la mirada miope hacia su arrabal más temprano y monumental del catálogo regionalista de su entorno cercano, no es capaz de mirar y menos reconocer, una parte de su historia y su cultura, por negar la de barrios como Amate, Su Eminencia, Palmete, Alcosa, Torreblanca o Sevilla Este, entre otros.

Esta parte de la ciudad, o mejor dicho, de la historia de Sevilla, por nacer en la baja cuna de la distancia fue en su día juzgada y sentenciada por el Santo Tribunal a una doble condena: la del estigma de su desarrollo imposible y la del olvido. Los que vivimos al oriente, portamos así como muestra de nuestra pena doble sambenito, el de la miseria o la desarticulación de la trama urbana según barrios, y el del vivir más al oeste de Córdoba que al Este de Sevilla.

Nunca es tarde para presentar el correspondiente recurso extraordinario por nueva prueba y romper cadenas. Allende de la muralla y los ensanches, en esta Nueva Sevilla queda mucho por decir y hacer en materia de patrimonio cultural. Primero conocer y reconocer lo que de ese pasado también glorioso heredamos y segundo descubrir lo que la arqueología y la documentación histórica nos enseñe como propio.

Haciendas y cortijos. Monumentos de la rururbanidad de Sevilla
De un pasado agropecuario no muy lejano, a penas cincuenta años pasados, nos queda una amplia lista de haciendas y cortijos que constituyen un primer conjunto patrimonial de valor arquitectónico y etnográfico que llega a nuestros días con diferente suerte.

Cortijo de San Ildefonso. Parque Tamarguillo. Alcosa
De algunas haciendas el nuevo barrio o polígono heredó su nombre como Amate, La Negrilla o su Eminencia. Las dos primeras cedieron su espacio a la urbanización, desapareciendo como en su día hicieron las de Buena Esperanza, San José y Hernán Cebolla. Su Eminencia sigue presente reconvertida a equipamiento municipal, igual que Santa Barbara y la del Pino o San Antonio rodeadas de viviendas o naves industriales. La del Rosario, condenada y presa del correspondiente vallado de seguridad, sigue esperando su rehabilitación o derribo; mientras que el cortijo de San Ildefonso, víctima recurrente del expolio y vandalismo urbano, perdió toda esperanza de ser centro de actividad cultural del nuevo parque del Tamarguillo.

Tampoco corrieron mejor suerte las haciendas y cortijos más alejados de la ciudad; a ellos llegó también la urbanización como en el caso de la Hacienda de Los Espartales, hoy como no podía ser de otra forma, polígono homónimo. Otras simplemente desaparecieron o se reconvirtieron a nave agrícola, como la del Mogollón. Muy pocos mantienen su función original y siguen siendo en mayor o menor medida complejos agrícolas como la Hacienda de La Caridad.

El Patrimonio Industrial. Tareas pendientes
El futuro de otros edificios singulares como el de Cooperativa Algodonera de Nuestra Señora de Los Reyes en Alcosa, siguen siendo objeto de polémica y buen ejemplo de una mala gestión patrimonial incapaz de mediar entre la propiedad privada, la administración pública y el movimiento vecinal que reclama su protección y rehabilitación.

Antigua Cooperativa Algodonera de Nuestra Señora Virgen del Los Reyes
Ejemplo también de lo mucho que queda por hacer es la falta de señalización de los uno de los elementos que en su día no fueron objeto de derribo. Ahí quedan los restos de parte de la infraestructura hidráulica de la huerta de Hernán Cebolla, sin que se entienda la relación entre este personaje histórico de la reconquista y las brigadas Internacionales que dan nombre a la rotonda donde se ubican. Tampoco se entiende que no se haya profundizado en su conocimiento y difusión, su relación con otro elemento propio del patrimonio como los Caños de Carmona que iniciaban su recorrido frente a la Hacienda de Santa María y del que tomaban agua molinos como los de la Jara en las tierras de Buena Esperanza, hoy Sevilla Este.

Más ejemplos de tareas pendientes en torno al patrimonio cultural de esta parte de Sevilla lo encontramos precisamente en lo industrial. Lo que hoy es el barrio de Sevilla Este fue antes Polígono Aeropuerto por su proximidad al nuevo pero también al viejo. Del viejo por no quedar no queda ni el reconocimiento local como tampoco del conocimiento de la relación del nuevo con el barrio así como de la existencia de otro edificio cercano como el Hospital Universitario de San Pablo, hoy ruinas y espacio de encuentro de los amantes de lo paranormal.

El patrimonio arqueológico. Ese gran desconocido
Cuenta también esta parte de Sevilla con su patrimonio arqueológico. Ahí están los restos diseminados de su pasado romano en el entorno de la Hacienda del Rosario y las piezas encontradas en el Cortijo de San Ildefonso. Pero si hay una parte fundamental de este patrimonio, pisoteada en su sentido literal y figurado, esa es la Vía Augusta; el camino viejo de Carmona a Sevilla que hoy perdura como vía de comunicación agraria y ruta ciclista entre Torreblanca y Tarazona, pero del que muy poco conocemos y en el que ni academia ni la administración competente han puesto especial interés.

Camino Viejo Sevilla-Carmona. Vía Agusta. Torreblanca
En próximas entradas ampliaremos información de estos y otros hitos del patrimonio con el objeto de dar visibilidad y cuenta del valor patrimonial de Distritos como Cerro-Amate y Este-Alcosa-Torreblanca en los que vive una parte nada despreciable de la población de Sevilla, concretamente, el 30%, cerca de 200.000 personas con voz y voto, también con relación a la política cultural y la gestión del patrimonio.

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