miércoles, 30 de octubre de 2019

Sevilla, cuna de sal y salinas


Del arte y salero de Sevilla mucho se ha cantado y escrito, más en tiempos de primavera, Ferias y Romerías. Sin embargo, de su sal, salinas y salineros mucho queda por decir.

Salinas de Valcargado. Utrera

Al muelle de la sal de Sevilla, junto a la Lonja del Barranco, llegaban desde el litoral barcos cargados de sal, pero también desde Utrera llegaban al Alfolí o Postigo de la Sal (junto al del aceite en la antigua Plaza de San Andrés), ruecas de mulas con serones de esparto repletos del oro blanco de la Salina de Valcargado.

Salinas de Valcargado. Utrera

Hasta el último tercio del siglo XIX, la venta y distribución de sal se realizaba desde alfolíes situados en las principales localidades de la provincia. A estos almacenes llegaba la sal producida en salinas como las de Valcargado en Utrera, La Torre, Borreguero y Balmaseda en Écija, y Rejano en Osuna.

Salinas de Balmaseda. Écija

Valcargado era fuente de sal de la capital, la Campiña Baja, el Bajo Guadalquivir y la Sierra Sur de Sevilla. Las campiñas de Osuna y Estepa contaban con salinas propias. A la Sierra Norte llegaba sal del litoral onubense, pero también del interior a través del alfolí de Carmona y la salina de Valcargado.

Salinas del Borreguero. Écija

Tras el desestanco de la sal, las grandes fábricas de sal de Utrera, Osuna y Écija, pasaron a la nobleza o la oligarquía local como recurso fundamental para el desarrollo de las principales industrias agroalimentarias de la provincia: la aceituna de mesa, el aceite y el pan. Tras la liberación de la producción y venta de sal aparecen otras salinas menores que, dejando el contrabando, regularizan su situación, así como otras de nueva fábrica como en Marchena, Pedrera, Lantejuela, Herrera y Martín de la Jara.

Salinas de La Carmelita. Pedrera

De Utrera a Écija, de Écija a Carmona, de Carmona a Constantina, y de Constantina a Sevilla, la Sal dibuja una ruta blanca de sabor, salinería y salazón. Vientos salineros de poniente a levante, de norte a mediodía recorren la provincia con añoranza de un tiempo pasado de salero y sal.

Salinas de La Morilla. La Puebla de Cazalla


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