jueves, 31 de octubre de 2019

Santos, Difuntos y Gachas


Llegan los días de todos los Santos y Difuntos. Como en muchas de las fiestas religiosas que celebramos cada año, tras la festividad católica se esconden ritos y costumbres de origen pagano, ciclos naturales de cambio y muerte de la naturaleza.


Los equinoccios de marzo y septiembre señalan la llegada de la primavera y el otoño. Con cuarenta días mágicos de cambio y paso de estrellas y planetas, tras el inicio de la primavera el campo se llena de romerías en torno al 13 y 15 de mayo, y tras el del otoño, otros cuarenta días después, llegan los Santos y Difuntos del 1 y 2 de noviembre.

Con el día de Todos los Santos, la iglesia católica honra a los cristianos caídos en tiempos de persecución y campo de mártires, así como a los santos olvidados. El de Difuntos es día de oración por las almas de los fallecidos que moran en el purgatorio y recuerdo de familiares.

Pero antes de que la Iglesia recogiera estos días en su calendario, culturas y religiones anteriores marcaron el 31 de octubre como principio y fin de año: una noche mágica dedicada al sacrificio de Dioses de la fertilidad, de faunos, chamanes y brujas, un día en el que la barrera entre lo vivo y lo muerto se estrecha, y en el que las ánimas frías y blancas, anticipo del invierno, vuelven a la tierra.

Con noviembre acaba el otoño; es tiempo de migas, de envero de aceituna, de siembra de grano en la campiña, y de cosecha de membrillos y gránas en la huerta. En el monte, noviembre es mes de bellotas y castañas, tiempo también de recogida y guarda de ganado.

En estos días de Santos y Difuntos, como los centros florales que adornan el campo santo olvidado durante el resto del año, vuelven a muchos de los pueblos de la provincia platos típicos de su patrimonio alimentario como las gachas. Las cocinas se llenarán de sartenes hondas de cabo largo, aceite virgen, harina, y coscorrones de pan. Aromas de matalahúva, canela y almendra se propagaran por todos los rincones de la casa despertando recuerdos de infancia de pueblo.



Como los huesos de santo y castañas en otras comarcas, las gachas son plato típico de estos días. Su origen está unido a la celebración y cosecha anual de frutos de temporada, al homenaje a los difuntos pero también a nuestros miedos a su regreso. Según la tradición, fueron las gachas el sello perfecto de harina y agua para tapar cerraduras viejas de puertas por las que las animas podían anunciar la muerte venidera.

¡Que aproveche!

No hay comentarios:

Publicar un comentario